Cuando los panameños se incorporaron a la Gran Colombia, en 1821, tenían claro que la independencia nacional no se sostendría sin el respaldo de un país fuerte. Esa protección se buscó en caso de que España ahogara el movimiento independentista.
Sin embargo, la unión a la Gran Colombia no trajo la estabilidad política que la clase dominante de Panamá esperaba. Al contrario, los problemas políticos y militares propios de la Gran Colombia afectaron a nuestro territorio. No es de extrañar entonces que pocos años después de la unión se presentaran varios intentos por separar a Panamá de dicho territorio.
Uno de esos intentos ocurrió en 1830, cuando el general José Domingo Espinar arribó a Panamá para ejercer el cargo de comandante general del Istmo. Al poco tiempo de su llegada se iniciaron los conflictos, pues se le acusaba de no seguir los lineamientos emitidos por el gobierno central. Las autoridades en Bogotá decidieron trasladarlo del cargo, pero Espinar se rebeló.
El movimiento contó con la aceptación de las clases populares, especialmente los negros y los mulatos. Los comerciantes y terratenientes aceptaron el movimiento por la fuerza.
En septiembre de 1830 se convocó a un cabildo abierto, en el que Espinar se proclamó jefe Civil y militar del Istmo. Asimismo, se pidió a Simón Bolívar que reconstruye la Gran Colombia desde Panamá. Bolívar declinó la proposición, y recomendó que se reintegrará el Istmo al gobierno de Nueva Granada.
El siguiente intento separatista ocurrió en 1831. Ese año, el coronel Juan Eligio Alzuru se levantó contra Espinar, con apoyo del sector mercantil. Alzuru defendía los intereses de los comerciantes y la creación de la ruta de tránsito entre ambos océanos.